El Tercer Sector de Acción Social está integrado por aquellas organizaciones sin ánimo de lucro que, sin perder su función de denuncia, reivindicación y sensibilización, son prestadoras de servicios sociales, en colaboración con las Administraciones Públicas, pero sin que éstas pierdan ni deleguen su titularidad y responsabilidad sobre dichos servicios. Son organizaciones que realizan actividades y servicios de interés general, para evitar que colectivos de la sociedad queden al margen de unos niveles mínimos de bienestar social.
La importancia cualitativa y cuantitativa del Tercer Sector Social en España es cada vez mayor. Sus números, en constante aumento, son realmente espectaculares: más de 29.000 entidades; 500.000 profesionales; un 2,5 por ciento del empleo; aproximadamente 900.000 voluntarios… Sin contar el número de socios que es muy superior al de las cifras anteriores. La Organización en que me integro, y a la que pertenezco, como voluntario, desde hace treinta años, Cruz Roja Española, cuenta en España con 1.200.000 socios/as, 220.000 voluntarios/as y, aproximadamente, 10.500 técnicos/as.
En Andalucía integran Cruz Roja 120.000 socios/as, 33.000 voluntarios/as y, aproximadamente, 1.000 técnicos.
Recientemente se ha creado en nuestro país la Plataforma del Tercer Sector, Organización sin ánimo de lucro, fundada por las siguientes entidades: Plataforma de ONG de Acción Social (POAS), la Plataforma del Voluntariado de España, Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español, Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI); y las tres entidades singulares: Cruz Roja Española, Cáritas y la ONCE.
En Andalucía dicho papel lo realiza la Mesa del Tercer Sector, formada por las mismas entidades que constituyen la citada Plataforma Nacional, que tienen el carácter de fundadoras, a las que se han sumado LAR y la Asociación de Fundaciones de Andalucía.
Causa cierta perplejidad comprobar que más allá de la aparente toma en consideración de las posturas y propuestas de las Organizaciones que integran el Tercer Sector Social, los hechos demuestran que dicha consideración deja mucho que desear, y que es más teórica que real, pudiendo ponerse múltiples ejemplos demostrativos de esto que manifiesto
Sin embargo, empiezan a existir síntomas esperanzadores de que algo comienza a moverse en la buena dirección, que no es otra que el tener cada vez más en cuenta a unas Organizaciones o Entidades integradas en el Tercer Sector Social que trabajan en beneficio de la población en general, pero, sobre todo, de los más vulnerables, en tareas de prevención, diplomacia humanitaria y ayuda directa. Esperemos que esa buena dirección se confirme con hechos que avalen esta impresión.