
A la derecha del escenario, en penumbra, le acompañó Javier Leal a la guitarra, David el Gamba dio las palmas y le cantaron Ismael Fernández y la joven promesa Ismael el Bola. Un conjunto perfecto que tuvo también momentos de esplendor cuando Paki del Río bailó con la artista cara a cara. En la mitad, María Ángeles hizo por fin gala a su nombre artístico e irrumpió en escena luciendo el traje de flamenca que siempre quiso llevar, el que le distingue del resto y da sentido a su carrera; un vestido con protagonismo absoluto del cupón de la ONCE y el número de la niña bonita, el que ella quiso, diseñado por Antonio Parra.
En ese momento María Ángeles se acordó de Matilde Corral, su profesora, de ese título de Danza Española que tanto le enorgullece, de las primeras clases en la academia de Paco Palacios, del maldito fallo farmacéutico que le mató un oído y le dejó un resto de tan solo 30 decibelios en el otro a los seis años, de su primera etapa con Ramiroquai, de tantas horas de trabajo callado después de mañanas enteras vendiendo cupones al ritmo del compás, siempre al ritmo del compás. Y sintió de golpe, con todas esas imágenes precipitadas en su mente, que había merecido la pena el esfuerzo.
«Como artista es excepcional en el escenario», dijo la vicepresidenta del Consejo Territorial de la ONCE en Andalucía, Amparo Cruz, en la presentación del espectáculo. El director de la Bienal, Domingo González, elogió y agradeció la implicación de la ONCE en la Bienal y se mostró feliz de haber contado con ella en una programación que compartió con el espectáculo Descompasaos, de Danza Mobile.
A la prensa le habia dicho que iba a contar sus silencios y sus interiores bailando en lengua de signos y zapateando, y todo, con mucho ritmo y mucho compás. «Me gusta dejarme llevar por mi imaginación. Los sentimientos no se expresan con el oído, sino con el corazón», les dijo.
A la mañana siguiente, con toda la prensa a su favor, Mari Ángeles comenzó a vender los primeros cupones en su calle Feria, en plena Macarena, y a las 8.15 horas estaba ya en su kiosco de Marqués de Paradas de Sevilla como un día más. «Ha sido un sueño», dijo nostálgica. Crecida, tras su paso por la Bienal, la peña Tío José de Paula de Jerez se rindió a su arte una semana después. El 26 de octubre actuará en el marco de la II Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE en Madrid. Ella, y su traje, también son protagonistas de la exposición Flamenco Visto por Ojos Alemanes que se ha mantenido durante toda la Bienal, hasta el 11 de octubre, en el Museo del Baile Flamenco, que dirige Cristina Hoyos. Allí reina bajo una lluvia de cupones.
El sueño continúa.
L.G.
GALERÍA DE IMAGENES DE LA BIENAL
Reportaje gráfico: Tomás Payá y Paco Salas